miércoles, 8 de febrero de 2012

El cepillo de diente



Ayer volví a casa y todo estaba como lo habíamos dejado, prolijamente despolijo, la cama tenia aun tu olor y las sabanas mantenían las arrugas que tu cuerpo supo marcar.

Inmutable, frente a las fotografías de una historia reciente, ya no estabas, pero no permitiría que esa lagrima definitivamente cayera.

Controle cada uno de mis movimientos procurando minimizar el efecto de tu ausencia… pero nunca pude dimensionar de cosa tan insignificantes el poder de hacer caer toda mi estructura. Fríos, creí leer en su rígida posición una burlona intención…

Mierda!!!, grite, no puedo permitir que esto me afecte, repetía.

Pero seguía allí, con la determinación intacta, nada lo haría cambiar de posición, la intención era una y haría cualquier cosa para logralo.

Juro que luche con todas mis fuerzas, pero no pude evitarlo, finalmente me quebré, caí, llore… y el seguía allí, frío, calculador y distante marcando lo incuestionable.

No puedo mas que tomar cartas en el asunto, me dije, y aproximándome, manos temblorosas, lo tome y corrí al cesto…

Un alivio repentino se percibió en la atmósfera, ya estaba hecho, el no estaba y lo que evidenciaba se había ido con el… o eso pensé.

“Será un presupuesto en cepillos de dientes”… pero no pude soportar lo que graficaba… vos no estabas, no volverías, y eso hace doler hasta las muelas.

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